'Lazzaro felice'



Desde hace dos semanas se proyecta en nuestras pantallas una pequeña película italiana protagonizada por un ser tan naif que enternece. Se trata de Lazzaro Felice un film dirigido y escrito por Alice Rohrwacher y ganadora del mejor guión en el festival de Cannes.

La historia es tan simple como noble su protagonista. Lazzaro es un joven que trabaja para los marqueses de Luna, con su familia y otros trabajadores. Realmente Lazzaro vive en un estado de esclavitud. Pero lo hace de buena gana, en plena era de los walkman y los primeros móviles. Él y el resto de “obreros” viven aceptando su estado social, su clase. Son siervos, esclavos, esa es su vida y la aceptan. En un momento cercano al realismo mágico y avanzando en el tiempo, Lazzaro se acerca a la ciudad y se encuentra a los suyos flirteando con la legalidad e igual de excluidos que lo eran antes.

Sí, Lazzaro felice es una película con un claro mensaje político y social, pero sin imposturas, ni topicazos. El espectador no se indigna, no se enfada, no se irrita. Al contrario, empatiza con este individuo completamente bueno, generoso en un mundo donde la bondad no cuenta y es pisoteada por todos. Menospreciada.

La propuesta de Lazzaro felice, rodada en 35 milímetros, nos retrotrae no sólo a otra época del cine, sino del ser humano. Bebe de la historia del santo cristiano, pero sobre todo, de los valores. Unos valores que, lamentablemente, parecen anacrónicos, de otra época.

La directora no juega con la técnica del cine. Sólo con el guion. Un guion sin giros, pero con magia. Una magia que sobrepasa en ocasiones lo humano, lo natural y que transporta al espectador, sin darse cuenta, a un estado casi olvidado. Aquel en que la magia, la bondad, tienen un valor. Y que se ha perdido.

Trailer:



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