Fantástico con Historia


Insensibles podría referirse al espectador medio de nuestro país que aún sigue teniendo cierto complejo de lo que el cine español puede ofrecer. Por mucho que esté cada día se esté esforzando más en crear grandes producciones, desarrollar un cine comercial para adolescentes (la calidad ya es más dudosa), cine independiente reconocido en varios festivales y, recientemente en sumergirse en el cine de género. Y realmente, ciertos films y directores son un auténtico descubrimiento con potencial.

Juan Carlos Medina sin duda, apunta muchas maneras. Con su primer largometraje, Insensibles, demuestra que ha bebido del mejor género fantástico, ese que España ya vivió con Jesús Franco y que Guillermo del Toro vino a rescatar con su Laberinto del fauno, además de tantos y tantos otros que han ido pasando desapercibidos. ¿A que me refiero cuando digo que ha recuperado lo mejor del fantástico? El espectador no instruido puede pensar que cualquier película que tiene algo de irreal se puede empaquetar en este género. Pero sólo los grandes directores saben introducir la realidad entre tanta fantasía.

Precisamente eso sucede en Insensibles. El film empieza con el impacto de rigor, con una niña en llamas ¿película de miedo? No. Acto seguido una cifra aparece en pantalla para contextualizar: 1931. ¿Un film de terror en el pasado? Llegamos a un pueblo en el que unos médicos explican la escena inicial: se ha encontrado a un grupo de niños completamente insensibles al dolor. Ya tenemos la explicación del título de la película, ¿tan rápido? Sí, porque realmente ese elemento fantástico es lo de menos (mcguffin).

Saltamos al presente para ver como una pareja sufre un accidente, y descubren que uno de ellos tiene un cáncer y requiere de un transplante de médula, por lo que han de recurrir a la familia, que tiene un pasado, obviamente ligado a la otra historia pero que no será revelado aquí. No sólo por evitar los spoilers sino porque este caso es otro mcguffin para explicar que se vivió en España antes, durante y después de la guerra.

Esto es el dato relevante. Insensibles no es una película histórica aburrida, pero que si habla de lo que sucedió en nuestro país como lo hacía la citada el Laberinto del fauno y Pa negre sin hablar de buenos ni malos, sin añadir dramatismos maniqueos, sino una historia distinta que atrapa tanto al espectador joven y/o freak que va por su elemento fantástico como a los que quieren saber más de España.

Cierto que no se nos revela nada nuevo, los experimentos médicos, el trato a los menores, las situaciones de penurias, las disputas entre rojos y fascistas, robo de niños... se han visto mucho y de manera naïf en algunos casos. Pero a medida que avanza el film uno se va metiendo en la historia, va viendo rastros de todo eso que no empañan la historia, sino que el elemento real y fantástico se enriquecen mutuamente, no se molestan el uno al otro, con un buen ritmo que va de menos a más que no juega a impactar, sino que va dando pistas...

¿Pistas de qué si todo está explicado en el inicio? Del nombre del título, que igual que el género fantástico en sí encierra mucho más de lo que parece y se presenta a primera vista. Porque, ¿quién es más insensible: esos niños que no sienten dolor físico o los que no quieren ver lo que pasó? ¿Quién tiene más miedo el niño insensible por su diferencia o los mayores que no quieren enfrentarse a su pasado? 

Todo esto y mucho más contiene esta ópera prima de Juan Carlos Medina que merece la pena seguir ya no por apostar por un cine de género en España sino por realizar un film fantástico de calidad, decente, digno, sin piruetas, sin exageraciones, y que, como pasa en un momento de la película, mira directamente a los ojos del espectador para hablarle de algo que debe saber. Insensibles es una prueba más de que el cine español y los nuevos directores tienen una gran calidad y que nuestra historia cinematográfica y nuestra Historia no se ha de olvidar.

Trailer:




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