Amores curiosos de vidas curiosas
La cultura grecoromana consideraba la vida como algo cíclico, con los años, tarde o temprano todo se repetía, con distintos matices producidos por los avances de las distintas épocas. Algo así como un vinilo en un tocadiscos, va pasando canciones, gira en torno a sí mismo y aprendemos algo a cada escucha. No en vano, la nueva película de Jim Jarmusch, Only lovers left alive, empieza de este modo su peculiar inmersión en el género vampírico.
Todas estas aportaciones asaltan al espectador sin ningún tipo de pretensión aunque lo pueda parecer (Ava, la hermana de Eve, obsesionada en morder como los vampiros del siglo XV, así se lo reprocha). Sino con sentido del humor, como sus guiños a Jack White, la descreída obsesión romántica por lo suicida de Adam, los rituales típicos que se atribuyen a los vampiros (ataudes, ajos, estacas,...) de los que se ríen sus protagonistas.
A este plano siguen otros, como las vueltas que dan sus protagonistas, Eve y Adam, al escuchar música en su casa mientras pasan los años y siglos. Prosiguen sus vueltas por las calles de las ciudades donde habitan, Tánger y Detroit (al más puro estilo de Wong Kar-Wai en In the mood for love). Y además lo expresan.
Mientras el romántico de Adam, no deja de quejarse de como los hombres (zombies, para él), siglo tras siglo, han desaprovechado los avances e ideas progresistas de sus propios congéneres y los vampiros, destruido sus ciudades y elementos arquitectónicos, y se niega a creer que el ciclo cambie en algún momento, Eve sigue confiando en que, con ayuda de los vampiros y sus conocimientos, todo puede volver a cambiar, "cuando descubran que Detroit es rica en agua, eta ciudad volverá a renacer. Así ha sido siempre", espeta en un momento del film.
Dos perspectivas, la pesimista y la optimista, de una mismo principio. La historia se repite. Y una idea clara, sólo conservando las aportaciones históricas, leyendo e interpretando a poetas, músicos, artistas, pensadores de épocas pretéritas, la humanidad, seguirá avanzando.
Jim Jarmusch presenta estas cuestiones bajo el género del cine de vampiros, dando otra vuelta de tuerca a las ideas preconcebidas de este tipo de películas, siendo fiel a su estilo. Siendo un outsider que ama y juega con el cine para darle una nueva oportunidad.
El cineasta de Ohio vuelve a demostrar sus conocimientos, su pasión por la cultura underground, su bagaje, sus fílias,... Haciendo de su visión personal del cine y de la vida algo accesible y comprensible. Muestra sus dudas acerca de la autoría de las obras de Shakespeare, que las atribuye al vampiro Marlowe, o de las de Schubert, adjudicadas a Adam. Pero especialmente, su propósito es defender la cultura y la curiosidad por adquirir conocimientos.
Pese a estar condenados a una vida eterna, Eve y Adam, siguen manteniendo esa curiosidad por la vida, por el ser humano, por los vampiros y todos los que ellos han aportado y aportan al mundo. Se fascinan con el tacto y el sonido de ciertos instrumentos, de cómo los humanos se apropian o defenestran ciertas ideas. Porque si algo ha dejado claro Jarmusch al largo de su filmografía es su obsesión por aprender y jugar con lo que conoce. Con el cine, la cultura y la filosofía.
El cineasta, como se ha dicho juega con el cine. Presenta una película de vampiros alejada del género. Apenas aparecen colmillos, no hay luchas ni cazas por obtener sangre (los chupasangres acuden al hospital a buscarla para evitar la sangre, cada vez más impura de los humanos/zombies), aporta nueva simbología, como el uso de los guantes por parte de los no muertos. No se sabe del cierto porqué, tal vez tienen hipersensibilidad, tal vez por no contaminarse, o por no dejar pruebas de su existencia teniendo en cuenta los avances de la ciencia forense, que podría revelar su identidad centenaria.
Las referencias culturales y filosóficas de todo tipo asaltan los diálogos y las imágenes del film. Las ya mencionadas dudas sobre Shakespeare y Shubert, sus referencias a las ideas de Telsa, el mural de héroes de Adam (aunque él niegue que los considere como tal) repleto de retratos de músicos, pensadores, novelistas, artistas de distintos siglos...

En definitiva, Only lovers left alive es un gran juego con el género, la historia y los vampiros. Un juego inocente, cuidado, elaborado, reflexivo sobre las posibilidades de la inmortalidad (el film presenta lo que haría Jarmusch en tal situación, utilizar su tiempo para estudiar aquello que le interesa) y el ser humano, a quien el director propone hacer lo mismo: jugar a conocer, a reflexionar.
Todo ello nos lleva a su título, Only lovers left alive, y a su base: una historia de amor. Una historia de amantes vampiros, que una vez fueron humanos, y que se han amado, pese a sus diferencias, a través de los tiempos. Conservando un amor puro, amor por el otro, por lo que descubren del otro, como el amor de Jarmusch por el cine y por la cultura en general, que siempre le fascina a saber más y a compartirlo. Un amor que si todo ser humano lo mantiene y lo traspasa a los congéneres, igual que lo hacen los vampiros, nos llevaran a amar al otro y a la vida, hasta la eternidad.
Entrevista al director (trailer, en la otra crítica/post):
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