'Escape', una película 100% 'cortesiana'


A Rodrigo Cortés se le acusa de tocar demasiados palos. Eso que para muchos es un artista disciplinar, no parece aplicarse a este hombre con una de las plumas más afiladas e ingeniosas del panorama español. Si cine, si bien es más irregular, es cierto que se amolda, de alguna manera, a ese género llamado thriller que, si bien suele ser más comercial, en su mano se convierte en algo más complejo, a veces incluso de tener un hilo conductor que a veces es cortado y anudado de forma precaria.

No creo que este sea el caso de Escape. Con esta película, el Cortés director ha agarrado de la mano al columnista y al narrador para confeccionar una de sus mejores películas.

Más allá de que se pueda estar de acuerdo o no con lo ideológico, que hay y mucho, el cineasta nos embarca en una historia que es tan extraña como un cuadro surrealista, con una trama más borgiana y unos personajes kafkianos. Juntar todos estos elementos tiene sus riesgos, obvio y más cuando se aborda una temática tan compleja como la libertad y el Estado. Sí, el gran debate de estos años. Por eso es mejor ir por partes.

Cortés ya nos presenta de entrada a un protagonista, N, que se escapa de todos los estándares, a pesar de tener el rostro y cuerpo de Mario Casas (que se le nota con voluntad de ajustarse al papel pero que se le escurre de las manos). Él interpreta a un hombre atormentado por el pasado, atrapado por la culpa y las leyes, aquellas que no le han hecho ir a la cárcel. Porque sí, N quiere ir a la cárcel y hará todo lo posible para entrar en ella, aunque tenga que poner en riesgo su vida o la de su hermana (una siempre dispuesta y entregada al personaje Anna Castillo). Ya esta premisa parece surrealista. Y así se desarrolla la película.

N, como el Josef K. de Kafka, se enfrentará al Estado, pero para que lo culpe, lo encierre, actúe, lo reprima y proteja al mundo de sí mismo. Un ser que exige la intervención del Estado sobre su persona hasta límites insospechados. Y se encuentra a un Estado que no sólo lo ignora, sino que parece por momentos incumplir sus funciones. ¿O no? 

Más allá de la tesitura en la que pone al espectador, Cortés pone sobre la mesa este planteamiento político-filósofico desde el thriller, desde el cine de acción cargado de comedia, incluso desde el cine carcelario. Pero en cualquier caso, siempre, en todo momento, con una idea clara: el pensamiento no está reñido con el entretenimiento. Y así, el espectador, que se mira los primeros minutos de la película con el ceño fruncido, poco a poco y gracias al humor absurdo con el que Cortés carga está película, se deja ir para reír, pensar, sufrir, volver a reír y, sin darse cuenta, se lo ha pasado en grande y se va a casa con la sensación de haberse dado de bruces con un dilema sumamente actual, candente sobre el que reflexionar. Todo, sin querer, sin que le den todo masticado, son resultar obvio.

Con Escape, Rodrigo Cortés no sólo muestra su preocupación sobre la deriva político-social de estos tiempos, le da caña a los curas, jueces, periodistas y otros miembros del 'sistema', sino que demuestra que se puede hacer cine político e incluso filosófico desde el más absoluto entretenimiento. Un film de una máxima calidad, de una originalidad refrescante y necesaria y con un lenguaje 100% cortesíano. La ideología será la que sea, pero que sin duda es una de las películas comerciales más interesantes de los últimos años a nivel formal y de contenido no cabe duda.


 

Comentarios

Entradas populares de este blog

'The brutalist', una impresionante película a nivel visual que desbarranca

'La habitación de al lado': tras el rastro de Almodóvar