Guédiguian se pasa al thriller
La Filmoteca de Catalunya nos acerca lo último de Robert Guédiguian y sinceramente es de agradecer, porque pocas veces uno puede ver cine comprometido sin dejar de lado la estética.
Uno de estos films hasta ahora inéditos en España es Lady Jane, una rareza en la filmografía del cineasta y que, tal vez por eso, ha sido incomprendida por parte de la crítica.
Cuando uno escucha el nombre de Guédiguian en seguida piensa en film político de compromiso con la izquierda y la clase obrera de Francia y, por extensión, del resto del mundo. Pues bien, el film del que hablamos no tiene tanto que ver con eso.
Se trata de un thriller, de una historia del pasado que se complica. Un grupo de tres amigos, que en el pasado jugaban a ser "Robin Hoods", robando a los ricos y entregándoselo a las clases menos favorecidas se vuelven a reunir pasados los años. La razón: han secuestrado al hijo de la única chica del grupo que da título a la película. Su nuevo trabajo como dueña de una perfumería de Marsella no le da lo suficiente para pagar el rescate. El reencuentro con sus amigos es tenso. Ni ella quiere, ni ellos están muy convencidos de si ayudarla. Por suerte, uno de ellos sigue sintiendo lo mismo por ella y consigue enredar a su compañero de fatigas.
Puede parecer una trama simple, que ya hemos visto mil veces en el cine estadounidense. La diferencia radica en el talento de Guédiguian, en su estudiado análisis de los personajes, la profundidad que los da y lo que nos quiere explicar. Porque tal vez no será un film de conciencia político-social, pero sí se trata de una película con mensaje. Un contenido moral que aflora poco a poco, nos invita a dejar de lado el pasado, un pasado que no podemos evitar que nos persiga, pero cuyas consecuencias se pueden parar con tan sólo una pequeña acción.
Cabe destacar que el film fue realizado en 2008, en plena guerra con Afganistán, cuando el conflicto palestino-israelí volvía a encrudecerse y no es en vano su mensaje y la aparición de imágenes sobre estas guerras en la pantalla de las televisiones que ven algunos personajes.
Tampoco olvida su mensaje de izquierdas y su lección a esas persona que en su día lucharon por unos principios y que ahora, pasado el tiempo no se ven dispuestas a continuar. Unos se han aburguesado, otros siguen con sus chancullos pero no quieren recordar y otros se ha cubierto de una fina capa para tratar de llevar una vida familiar normal. Todo está olvidado, sólo el amor puede hacer que recuperen su espíritu, pero no es suficiente. El pasado es una gran losa para los personajes de la película. Y todo tiene un límite el amor, el compromiso, la amistad, la venganza, la violencia...
Es cierto que ve un thriller con contenido moralista no puede parecer atractivo, pero Guédiguian lo consigue, lo hace atractivo. El cuidado de los personajes es lo que intriga al espectador, el cineasta bucea en su psicología, los analiza, remueve poco a poco los fantasmas de su pasado y poco a poco el público descubre porque se mueven de esta manera, porque se ha dado esta unión, porque se produce el secuestro. Todo queda completamente explicado y con la tensión principal puesta en sus personajes y no en la acción.
Y es esto, el trato de los personajes y el trabajo de sus actores, lo que lanza el film hacia adelante. Un film que pese a resultar algo alejado del espíritu Guédiguian, mantiene sus matices, su cuidado estético, su calculada trama y su perfección que hace posible que su mensaje moral entre sin problemas y sea completamente aceptado al espectador que lo único que siente al salir de la sala es el entusiasmo propio de haber visto un gran film como los de antes.
Lady Jane" target="_blank">Trailer

Cuando uno escucha el nombre de Guédiguian en seguida piensa en film político de compromiso con la izquierda y la clase obrera de Francia y, por extensión, del resto del mundo. Pues bien, el film del que hablamos no tiene tanto que ver con eso.
Se trata de un thriller, de una historia del pasado que se complica. Un grupo de tres amigos, que en el pasado jugaban a ser "Robin Hoods", robando a los ricos y entregándoselo a las clases menos favorecidas se vuelven a reunir pasados los años. La razón: han secuestrado al hijo de la única chica del grupo que da título a la película. Su nuevo trabajo como dueña de una perfumería de Marsella no le da lo suficiente para pagar el rescate. El reencuentro con sus amigos es tenso. Ni ella quiere, ni ellos están muy convencidos de si ayudarla. Por suerte, uno de ellos sigue sintiendo lo mismo por ella y consigue enredar a su compañero de fatigas.
Puede parecer una trama simple, que ya hemos visto mil veces en el cine estadounidense. La diferencia radica en el talento de Guédiguian, en su estudiado análisis de los personajes, la profundidad que los da y lo que nos quiere explicar. Porque tal vez no será un film de conciencia político-social, pero sí se trata de una película con mensaje. Un contenido moral que aflora poco a poco, nos invita a dejar de lado el pasado, un pasado que no podemos evitar que nos persiga, pero cuyas consecuencias se pueden parar con tan sólo una pequeña acción.
Cabe destacar que el film fue realizado en 2008, en plena guerra con Afganistán, cuando el conflicto palestino-israelí volvía a encrudecerse y no es en vano su mensaje y la aparición de imágenes sobre estas guerras en la pantalla de las televisiones que ven algunos personajes.

Es cierto que ve un thriller con contenido moralista no puede parecer atractivo, pero Guédiguian lo consigue, lo hace atractivo. El cuidado de los personajes es lo que intriga al espectador, el cineasta bucea en su psicología, los analiza, remueve poco a poco los fantasmas de su pasado y poco a poco el público descubre porque se mueven de esta manera, porque se ha dado esta unión, porque se produce el secuestro. Todo queda completamente explicado y con la tensión principal puesta en sus personajes y no en la acción.
Y es esto, el trato de los personajes y el trabajo de sus actores, lo que lanza el film hacia adelante. Un film que pese a resultar algo alejado del espíritu Guédiguian, mantiene sus matices, su cuidado estético, su calculada trama y su perfección que hace posible que su mensaje moral entre sin problemas y sea completamente aceptado al espectador que lo único que siente al salir de la sala es el entusiasmo propio de haber visto un gran film como los de antes.
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