Un buen inicio

Ya está aquí el Atlántida Film Fest. Y su película de inauguración parece una declaración de principios. Se trata de un festival de cine, más o menos independiente, que recopila films no exhibidos en nuestro país. Y eso no supone sólo películas extrañas y sesudas. También pueden ser divertidas y tener algo que decir.

Las marimbas del Infierno es algo así. El segundo trabajo de Julio Hernández Cordón narra las aventuras de don Alfonso, un músico guatemalteco que lo único que sabe hacer es tocar la marimba, su única posesión. Debido a las nuevas músicas y grupos no tiene salida, se ha quedado sin banda, sin trabajo y ahora teme perder también su marimba. Así que decide ocultarla allí donde pueda. Esto le llevará por toda la ciudad en busca de refugio y trabajo. En su viaje se encontrará con gente que no lo comprende y otros que sí. Entre ellos se encuentran Chiquilín un pícaro de los barrios marginales que también quiere ser algo en la vida, y un médico heavy, Blacko, incomprendido y creyente de todo lo que puede que trata de salir adelante como puede.

Tanto da si lo consiguen o no, el director lo único que hace es retratar como el arte tradicional queda relegado, cómo la vida en Guatemala se ha vendido a la occidentalización, y especialmente expone como vive en general una sociedad en la que los valores se han perdido, la gente se está quedando sin trabajo y los orígenes quedan abandonados y quedan en la nada. Y todo ello narrado desde el sentido del humor, a través de situaciones que nos hacen sonreir a la vez que nos hacen ser conscientes de lo que está sucediendo.


En el lado opuesto queda la propuesta del boliviano Juan Carlos Valdivia, Zona sur, un retrato de la clase alta de Bolivia que vive al margen de las vidas de sus criados. Siguen viviendo de las rentas de sus antepasados o maridos, envían a sus hijos a España y no se dan cuenta de lo que sucede a su alrededor. Los criados y la clase social baja, poco a poco, a medida que se sacrifican y ahorran se convierten en clase media, con aspiraciones, Mercedes y capacidad de adquirir viviendas. Son personas que gracias a sus padres, también criados, han ido a la universidad, tiene n capacidad para valerse por si mismo, pensar y hacer su vida y negocios. Mientras en la zona sur de Bolivia, todo es plácido, hay gente con menos dinero que ellos, pero con familia, problemas y éxitos.

Ambos films se centran en clases sociales opuestas y ambas hacen a su vez una fotografía de sus países, alejadas de la afectación, retratando momentos cotidianos, divertidos, curiosos y enseñan al espectador que más allá de esas vidas, debajo de todo lo que se ve hay mucho más. En definitiva, este par de pequeños films nos dan una lección de como hacer buen cine contando historias mínimas y sin necesidad de hacérselo pasar mal al espectador.


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