Mommy. C'est ne pas terrible

Juguemos a los tópicos y utilicemos los paralelismos. Xavier Dolan es un cineasta quebequés, llamado por muchos un enfant terrible del cine. Y ¿quién es el desencadenante de su nueva película? Un chico terrible y temido por su madre debido a que padece un ADHD.

Un personaje 100% Dolan, hasta hace poco, protagonista de sus films. Steve vive la vida, grita, corre, se expresa a través de la exageración verbal y de comportamiento y es el protagoniza de esas escenas de videoclip tan características del cineasta. Pero hasta aquí el juego. Ese es su sello autoral, parece.

Xavier Dolan es mucho más que un tópico. Es un claro exponente de este tipo de directores que han crecido en la era de los videoclips y anuncios publicitarios y ha incorporado en sus films la estética de éstos. No tan sólo por su estética sino porqué ayudan a retratar perfectamente las emociones, las vivencias e incluso a sus personajes que discurrían en sus films. 

Música pop, indie y mainstream, actores con un físico atractivo según marcan los cánones actuales que recorren sus creaciones fílmicas y unas experiencias contadas desde la intimidad y la vivencia de unos personajes que se adecuan a la sociedad actual. Todo ello le ha valido para ser galardonado y tildado del tan usado “enfant terrible” y tachado de esteticista banal también, ignorando éstos el mundo en que viven sus protagonistas y por extensión la sociedad presente que tan bien ha sabido retratar Dolan y que ahora esta en nuestras pantallas con su último film, Mommy.

Tal vez por la críticas recibidas, tal vez por nuevas inquietudes, en Mommy el panorama retratado cambia absolutamente. Sucede en 2015, sí. Pero con una ficción, no muy extrema: el gobierno canadiense aprueba una ley por la que los padres sin recursos o superados por la enfermedad de sus hijos pueden ceder la tutela de sus descendientes al Estado. Y así se empieza a narrar la historia de Diane, la madre de Steve.

No es sencillo convivir con un hijo adolescente con este problema. Y así lo demuestra el film. Hay momentos graciosos, sobrecogedores, dramáticos. Dolan y sobre todo su actriz, Anne Dorval, nos hacen vivir en su piel. Su director gracias a una apuesta técnica, un formato 1:1, completamente cuadrado, acerca a los personajes y sobre todo a sus expresiones y emociones. Un encuadre difícil, a veces despistado pero siempre certero a la hora de expresar sentimientos y acercarlos al espectador. Por su parte, la madre protagonista está interpretada por una actriz sobresaliente en su retrato de una madre con problemas, que siente de verdad su situación y la traslada y comparte con el espectador.

Pero un tema controvertido, una técnica acertada, un cineasta de su tiempo y una actriz en estado de gracia no son suficientes. La iniciativa está allí, las decisiones de los personajes no son juzgadas, sólo mostradas pero apenas trascenden. Igual que Steve en un momento del film, Xavier Dolan ha querido abrir su plano. Más allá del mundo de la homosexualidad y todo los dramas y comedias que lo rodean pero la temática abordada lo encierra, igual que su protagonista. Y el problema recae, especialmente en Xavier Dolan. Si bien ha modificado el formato, sigue recurriendo en ocasiones a esas escenas videocliperas y publicitarias que en este drama desentonan, son una parón en esta montaña rusa de sentimientos de sus personajes que pasan de la alegría al llanto y de éste al miedo según cambia el comportamiento de Steve. Tan es así que puede parecer simple interés narcisista del director de poner su sello por el que es conocido. Una rubrica que entorpece la historia mucho más que esos difíciles encuadres propios del 1:1.

Otro síntoma de debilidad en la dirección es su incapacidad de sacar provecho de la historia, la técnica y otros métodos de filmación alejados del videoclip, porque cuando esa estética desaparece y se prolonga, la trama crece pero roza el tono del telefilm de tarde y cuando ve que se excede, vuelve al anuncio de perfume. Altos y bajos constantes que no van acorde ya con las emociones de Steve, sino con carencias de dirección.


Pese a todo, la propuesta es interesante. Tal vez Xavier Dolan ya no es terrible, en ninguna de sus acepciones. Lo fue, no así en esta ocasión, pero no ha perdido radicalidad formal. El cineasta muestra esos defectos (sigue siendo un enfant) que solo algunos parecían ver, pero no aburre, se atreve a apostar con una nueva temática e incluso con la técnica, sigue ofreciendo escenas sobrecogedoras, muestra a sus personajes más jóvenes tal y como son, con sus mismos códigos y lenguajes y va más allá gracias a una soberbia Anne Dorval que saca todo el provecho de sus escenas.

Trailer: 






Comentarios

Entradas populares de este blog

'The brutalist', una impresionante película a nivel visual que desbarranca

'La habitación de al lado': tras el rastro de Almodóvar

'Escape', una película 100% 'cortesiana'