Un videojuego emocional

Inside Out (Del revés) es mucho más que una película. De hecho, uno abandona la sala pensando: ¿cuándo saldrá el videojuego?

Toda la película está narrada desde ese punto de vista. Ira, Miedo, Asco, Alegría y Tristeza están en una sala de mandos manejando lo que sucede tanto en el exterior como en el interior. Manejan a la pobre Riley que ve como sus padres deciden abandonar Minessota para irse a vivir a San Francisco. Nueva ciudad, nueva escuela, nuevos amigos y... emociones alteradas. Entramos dentro.

Algo parece fallar. Alegría empieza a perder el control de los recuerdos y no los puede manejar a su antojo, poco a poco se impregnan de una Tristeza que intenta aferrarse a todos los inputs procedentes del exterior y toda parece derrumbarse cuando ambas se acaban perdiendo por la memoria a largo plazo y Tristeza empieza a ganar protagonismo. Y aquí empezamos a saltar pantallas una tras otra, encontrándonos con personajes que ayudarán y entorpecerán el camino de Tristeza y Alegría en sus aventuras para llegar al mando central, mientras deambulan por el Sueño Producciones o Imaginalandia. Una pantalla tras otra.

El punto fuerte de la película es que poco a poco el espectador adulto pierde la percepción de asistir a un videojuego. Se da cuenta de que, en cierta modo, es cierto que ha perdido esa alegría, que en algún momento se ha desconectado de la isla de la Locura, la Amistad o la Familia y llega a emocionarse. Mientras el niño sufre viendo como los protagonistas no llegan al final de la aventura.

Y de repente, algo que, en principio, sucede algo inesperado en una película supuestamente para niños: Tristeza, ese sentimiento representado como una chica gorda y bajita, empieza a cobrar protagonismo y le da la réplica que necesita a esa Alegría en momentos irritante que acaparaba siempre el liderazgo impregnando todos los recuerdos.

Pixar intenta contar al niño que debe adaptarse a las situaciones y que todas las emociones sirven para algo y que hay momentos para todo, pero que en el fondo lo que cuenta es lo vivido, que es lo que les acabará formando. Lo que para el adulto es: la nostalgia. Ese sentimiento es en el que ha calado en los mayores, ese reencuentro con esas emociones que vivieron y que les formaron y les han hecho olvidar que están frente a un videojuego en formato de película animada. Si sumamos que la campaña de medios se ha centrado en lo "radical" que es que la tristeza acapare el protagonismo de un film para niños, conseguimos este fenómeno de masas en el que se ha convertido Inside Out. Eso sí, no es oro todo lo que reluce, no estamos ante otra cosa que un nuevo uso de la nostalgia por parte de Hollywood que tan buenos frutos le ha dado.

Al margen de esto, Pixar vuelve a brillar a la hora de explicar el difícil entramado que sucede en nuestras cabezas con las emociones y los recuerdos con total originalidad y sencillez. Y hace ver a los más críticos como la estructura de un videojuego funciona a la perfección para narrar historias, sin que eso implique nada malo y acaben conmovidos y aceptando que les gusta este videojuego emocional.

Trailer:



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