La esencia del cine

Ya casi nadie ve cine mudo, poca gente mira cine en blanco y negro (a no ser que Spielberg realice La lista de Schindler). Se suele considerar aburrido, lento, pesado y anticuado. Como esas cintas de cassette o de VHS que ya acumulan polvo. Pero llega un día que las rescatamos, les echamos un vistazo y vemos que nos sigue emocionando, nos entretiene y pensamos lo bueno que es.

Entonces, ¿porque no lo hacemos con el cine? Todo lo que no sea en formato digital o 3D lo encontramos falto de calidad, raro, extraño, friki y no apostamos por ello. Pero Michael Hazanavicius ha decidido arriesgarse e igual que algunos rescatamos los vídeos y cassettes el ha apostado por realizar en pleno siglo XXI un film en blanco y negro y mudo. The Artist no es sólo una apuesta de cine de autor, es una película entretenida, divertida, reflexiva y llena de amor por el cine. ¿Qué más se le puede pedir? Calidad, una gran puesta en escena, un seguido de referencias y un guión clásico perfecto.

Esta especie de Crepúsculo de los dioses donde Norma Desmond pasa a ser George Valentin (con un claro parecido a Fred Astaire) va un paso más allá y radicaliza su postura. Tanto el protagonista como la película. Valentin (interpretado por un magnífico Jean Dujardin) no habla en absoluto en toda la película, sus principios y su anclaje en el pasado se lo impiden, aunque ello le conduzca a la ruina. Así que en todo el film apenas se escucha un sonido que no sea la música típica del cine mudo.


No es pues una historia nueva. De hecho fueron muchas las estrellas de la época muda que pasaron a la nada, como este estilo de películas. Una vez el sonido llegó a las pantallas, nadie quiso volver al pasado, por mucho que la técnica y el lenguaje cinematográfico estuvieran evolucionando. Podría decirse que el metacine es uno de los pilares de The Artist. Hay resonancias de Cantantando bajo la lluvia, Ha nacido una estrella y Eva al desnudo (especialmente en el personaje de Peppy Miller interpretado por una excelente Bérénice Bejo), entre otras. también George Valentin, le recomienda a la entonces extra Peppy Miller que se pinte un luna sobre el labio, como en su día haría Marilyn Monroe, para ser diferente al resto. Porque allí reside el éxito en la diferencia.


Y es precisamente esto, la distinción del resto de los films actuales y la apuesta arriesgada por el cine mudo que hace relevante esta cinta. Que hablando de un pasado nos cuenta una situación actual, donde el arte pasado es ninguneado.

Aun así, The Artist es toda una lección con un mensaje no tan nostálgico como ejemplar. Porque el éxito de la película está en lo que sucede a sus protagonistas. Si uno quiere triunfar ha de destacar, seguir adelante pero sin olvidar la esencia del cine.

Hazavanicius, pues, se convierte en todo un artesano cuidando cada detalle. Como ese cartel de "Lonely Star" que aparece tras George Valentin tras subastar todas sus pertenencias y ser ninguneado. O ese sueño en el que todo suena menos la voz de un actor que no quiere, no puede y no le dejan hablar, porque no es más que una "vieja cara". Todo esto contado con un tono nada melodrámatico. Al contrario, el humor está presenta en las escenas. Un humor que se veía en los films mudos, en el que la gesticulación de los actores, los animales, la música y el movimiento eran su esencia. Pero que a su vez ofrece al espectador actual lo que quiere, frescura, dinamismo, risas... Un cine en mudo y en blanco y negro, pues, actual y nada lento.

Porque el cine antiguo. así como la moda o la música, cuando se trabaja bien puede seguir entreteniendo y emocionándonos como cualquier film en 3D o con virguerías técnicas. De hecho, aquí también hay cine digital, y algún que otro efecto que se usan al servicio de la película, no del producto.

Así, The Artist viene a demostrar que el cine en su esencia, como este film, sigue siendo esa fantasía que vive en nosotros y nos consigue transportar allí donde deseamos. Sea en color, en blanco y negro, en 3D o mudo. Y es que a veces, hace falta volver al origen para seguir adelante y ver que el futuro, pese a todo, es prometedor.

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