Un proyecto o Las altas presiones

Todo es un proyecto. Desde el principio. Miguel está buscando localizaciones en su Galicia natal. En espacios vacíos que alguna vez fueron algo, o ya, desde que los conoció, un proyecto. Mientras, en su recorrido, intenta juntarse con sus antiguos colegas, ver como van sus vidas y su proyectos, y recordar, a su vez, cual eran los suyos propios.

Las altas presiones es el título del nuevo film de Ángel Santos como lo puede ser de la vida de los españoles que siempre han estado supeditados y advertidos de lo que pueden llegar a ser y hacer, cuando todo eso no eran más que ilusiones que convirtieron las vidas de todos en proyectos.

Con gran discreción, sin ninguno tipo de discurso subrayado, ni grandes pretensiones estilísticas, Las altas presiones consigue hablar sobre la situación del cine, sobre la situación de los españoles y, al fin, una reflexión sobre la vida en general. Simplemente siguiendo el devenir de Miguel por el proyecto que le han encargado, viendo los paisajes y lugares abandonados de su Pontevedra natal.

Poco a poco, la apatía del protagonista se va filtrando por las bellas imágenes de lugares que no son nada por sí solos y llega al espectador, que empieza a encontrarse con unos sentimientos que reconoce y acaba haciendo suyos.

Santos no muestra más que casas abandonadas, playas, ríos, reuniones con amigos que siempre han estado allí tal y como lo filma. Cala la envidia que siente Miguel al ver la alegría de sus jóvenes amigos, de la supuesta vida ideal de un viejo amor, las ganas de hacer algo más para seguir adelante con su vida y no tanto con su proyecto. De hecho, no sabe qué filma y ni porqué lo filma, desconoce el proyecto que le han encargado, tanto como el suyo propio. Y parece que nada sale.

Los lugares desolados conviven con unos jóvenes que también lo están y que intentan construir sus propios proyectos que parece que nunca salen y corren el riesgo de dejarlos igual de abandonados que los paisajes que filma Santos. Y así se va armando el discurso del film.

La magia de Las altas presiones no está en lo que dicen los personajes, ni en los bellos paisajes, sino en como estos interactúan y hablan entre sí y directamente al espectador que siente que se encuentra con algo más que un film contemplativo que cuenta un historia o incluso un film de denuncia o de autor, sino ante una reflexión sobre la sociedad actual y sobre los que la viven expresada en formato cine.

Y eso que todo lo que vemos en pantalla es, desde el principio, un proyecto. Un proyecto que además no es conclusivo sino sólo retazos de unas vidas en marcha enmarcadas en la Galicia de Miguel. La misma Galicia y el mismo proyecto del propio Ángel Santos, uno de estos directores enmarcados en este floreciente cine español que retrata lo que fue y lo que queda de España y como afecta a sus ciudadanos. Unos españoles que se reflejan en los protagonistas de Las altas presiones y sus proyectos. Unos proyectos que, como le pasa al cine español, cuestan de sacar adelante, que no paran de ser puestos en duda, por un gobierno y un mundo en crisis. Una crisis mucho más que económica, existencial y de valores e ideas que se muestra universal, no en vano, el film ha sido reconocido a nivel internacional. Y eso que todo es un proyecto. O tal vez por eso.

Trailer:




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