Un paseo por la memoria

unas astas de ciervo enfurecido.
Todo el valle se tiende. Por sus lomos,
caracolea el vientecillo.
El aire cristaliza bajo el humo.
Ojo de gato triste y amarillo.
Yo en mis ojos, paseo por las ramas.
Las ramas se pasean por el río.
Llegan mis cosas esenciales.
Son estribillos de estribillos.
Entre los juncos y la baja tarde,
¡qué raro que me llame Federico!
Federico Garcia Lorca
Pasear por la memoria de uno propio tiene sus ventajas y sus inconvenientes: uno puede distorsionarla, perderla, tener vacíos, mitificar el pasado e incluso caer en la nostalgia. Pero hay mentes privilegiadas que hacen de ello su vida. Y Federico Fellini hizo de ella su profesión.

Ahora su colega y compañero de aventuras Ettore Scola ha decidido hacer lo mismo que su amigo en Che strano chiamarsi Federico! (¡Qué extraño llamarse Ferderico!). Y en una especie de documental narrado y ficcionado recuerda a ese Federico que conoció a través de las viñetas que publicaba en la revista satírica Marc'Aurelio que él leía a su abuelo.
Scola tuvo la suerte de conocer y ser amigo de un personaje que admiraba desde la infancia y descubrir que esas viñetas que él publicaba procedían de la realidad y cómo, más tarde, lo plasmó en sus películas.
Che strano chiamarsi Federico! es un paseo por la memoria de Scola y por la vida Fellini filmado en los estudios de Cinecittà donde ambos rodaron sus películas y construyeron esos espectaculares decorados que surgieron de la realidad, ideaban en sus mentes y montaban para sus films. Al más puro estilo 8 e mezzo, viendo las entrañas del cine y recorriendo sus vivencias el film de Scola construye en estos estudios los decorados de una memoria que es la suya y que a través de sus films se ha convertido en la de todos.
Como en los films de Fellini la trama es sólo un pretexto para contar algo más. Pasean por Che strano chiamarsi Federico! un Marcelo Mastroianni ficticio, actores y actrices de circo, prostitutas, madres, jefes,... una vida. Todo de forma amena, que apenas transmite dramatismo, sin bustos parlantes contando anécdotas, y a duras penas cae en la nostalgia, sólo es pensamiento que le viene a la cabeza a Scola cuando piensa en lo que ha vivido con su cólega y que ha puesto en imágenes ahora.
Así lo que a muchos les podría parecer un documental hagiográfico se convierte en una matrioska. Con un título extraído de un poema de Federico García Lorca, Che strano chiamarsi Federico! es a su vez un extracto de la vida de Ettore Scolla que narra la amistad y vida junto a Federico Fellini y que acaba hablando de la Italia de una época y siendo un canto de amor al cine y a la vida. Y todo al más puro estilo felliniano: con sentido del humor, con sus vivencias ficcionadas, con sus actuaciones de revista, con sus charlas profundas,... con su memoria, sus imágenes. Con cine.
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