De identificaciones

Álex de la Iglesia ya nos advirtió en La comunidad q ue las personas más insospechadas pueden ser las más peligrosas atroces y despiadados, pero Jaume Balagueró prefirió añadirle zombies. Hasta ahora .

El cineasta catalán ha vuelto al origen del mal. A las personas corrientes. Un portero se convierte en Mientras duermes en el personaje más aterrador y angustiante de todos los films que ha dirigido hasta ahora.

La historia es bien sencilla: un portero tan amargado como el de Quim Gutiérrez en Azuloscurocasinegro decide ponerle, lo que para él es, una chispa a su denigrante vida. Y no hay nada mejor que hacerlo a través de la vida de los demás.

No es nada nuevo. Media España lo hace vía prensa rosa y programas del corazón, pero el personaje de César (Luís Tosar) lo lleva al extremo y se mete literalmente en las casas de sus inquilinos con todas sus consecuencias y sin miedo, que éste ya se lo lleva el espectador en su cuerpo incluso después de abandonar la sala.

¿Pero realmente es César quien nos atemoriza? ¿O el miedo real que sentimos es porque nosotros nos vemos identificado con él? Todos nos inmiscuimos en la vida de los demás pero César lo hace a lo grande, ni James Stewart en La ventana indiscreta llegó tan lejos.

Los planos detalle, el hecho de que todo pase en un mismo lugar (un bloque de pisos de Barcelona, como sucedía en Rec), un Luís Tosar inmenso en su trabajo de contención logran que el espectador y un guión que nos habla del día a día, hacen más cercano el film a un análisis psicológico de la sociedad que a un thriller psicológico.


César es un portero, pero podría ser una charcutera, un broker o un estudiante en su día a día. En esos instantes de la vida en que a uno no le sonríe la vida mientras que la de los demás es un camino de rosas, no sentimos felicidad por el prójimo sino envidia y deseamos que en algún momento las cosas le vayan mal. Y así es la vida de César, un camino de soliedad e infelicidad que decide cortar por lo sano entrando en la vida de los demás para hacerlos más infelices y así no sentirse sólo.

Tanto da que sus actos sean hechos delictivos, el espectador lo que realmente desea es que le salgan bien las cosas: qué logre que la señorita Clara (una inocente Marta Etura) sea más fea y desgraciada, que la vecina binguera se sienta sola y que la niña metomentodo acabe maldiciendo el día en que se puso a husmear.

Precisamente por la simplicidad en que esta contada la historia, por el retrato de una rutina de insatisfacción sencilla y cotidiana, Balagueró consigue que el espectador no sólo entre fácil en la trama sino que se sienta identificado con este "malo". Siempre sin quitarle méritos a un Luis Tosar que parece el "hombre normal" del que toda vecina habla cuando sale por la tele un suceso parecido a este.


Comentarios

Entradas populares de este blog

'The brutalist', una impresionante película a nivel visual que desbarranca

'La habitación de al lado': tras el rastro de Almodóvar

La 'Parthenope' de Sorrentino: una magia (im)perfecta y única