Wenders, Pina, Arte
Dicen que el arte nunca podrá llegar a transmitir realmente sentimientos o trasladar el espíritu real de algo. La fotografía, la pintura, la escultura, el cine, la danza, todo lo intenta y aun hay quien se empeña en pensar que esto son solo aproximaciones.
Pero hay veces que una pequeña obra puede llegar a sorprender. Sin pretensiones, sin dramatismo, sin alardes tecnológicos, Wim Wenders ha logrado que el 3D, en principio una herramienta comercial para recaudar más dinero en taquilla sirva para mucho más. Sirva para que el espíritu de Pina Bausch traspase los gestos, los movimientos y coreografías de sus bailarines, la pantalla cinematográfico e incluso los cristales de las gafas tridimensionales para llegar directo al espectador.

Cada movimiento, cada aproximación de cámara, cada exterior están perfectamente ajustados para que en el momento oportuno al espectador se le encienda ese "click" que lo conecta con uno (o varios) de sus sentimientos.

Pero ante todo lo que logra el cineasta alemán es fotografiar como la enseñanza, la profesionalidad y el espíritu de Pina se encuentra dentro de esos bailarines que durante años han formado parte de su compañía. Unos alumnos que tienen grabado en su interior cada una de las frases, miradas, lecciones y palabras de la gran Pina Bausch de tal manera que logran transmitirlo tan fácilmente que con la ayuda de la experiencia de Wenders, un proyector y unas gafas 3D llega a todo un público mayoritario.
Pina es sin duda una de las lecciones de cine, danza, arte, espiritualidad y sentimiento que hacía tiempo que no se veía en el cine. ARTE en mayúsculas.
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