Cine social y reflexivo
Hay muchas maneras de retratar la infancia en el cine pero sin duda los hermanos Dardenne se están convirtiendo en especialistas en aquellos niños que han sido marcados por vivir una serie de hechos si no dolorosos sí traumáticos.
No se trata de compadecer de estos infantes y adolescentes, de sentir pena o lástima por ellos, los realizadores sólo intentan retratar lo que sucede en la vida real sin los maniqueismos propios y tópicos del cine social y siempre sin ningún tipo de adornos.
Esta vez, en El niño de la bicicleta sí han puesto uno: la música pero no para dramatizar la acción sino para marcar los momentos que son decisivos, los pequeños puntos de inflexión que pueden hacer cambiar (o no) la vida del protagonista, el pequeño Cyril, un niño de 12 años que es abandonado por su padre en un internado. El niño se empeña en ir en búsqueda de su progenitor que lamentablemente no quiere saber nada de él. Por el camino se encuentra con Samantha quien decide ser su madre de acogida. Una vez juntos ambos descubrirán que no todo es tan fácil como se lo imaginaban. El chico no quiere aceptar la benevolencia de Sam y se meterá en problemas. Vamos lo que puede parecer una típica historia de telefilm, pero con el estilo trabajado y elaborado de los directores belgas, con redención final.
¿Sí? ¿Redención? Se ha acusado muchas veces a Jean-Pierre y Luc Dardenne de hacer films moralistas pero se debería matizar que El niño de la bicicleta, como el resto de sus películas, no pretende moralizar al espectador , sino que les obliga a repensar sus conceptos morales a través de las distintas conductas dudosas de cada uno de los personajes que aparecen en su último trabajo. El trabajo con los actores y la profundidad de sus personajes, llenos de aristas obliga al público a ponerse en la piel de cada uno de los protagonistas y así replantearse su propia moral.
En el film aparece la moral cristiana, la amoralidad y las morales dudosas y los directores parecen no posicionarse. No creo que quieran aplaudir y ejemplarizar con la moral sumamente naif de Samantha porque aunque podría ser la actitud perfecta llega a irritar en algunos momentos al espectador porque es exageradamente buena lo que puede generar cierto rechazo y sucede lo mismo con la conducta del pequeño que puede parecer incluso normal.
La moral y la infancia son así el eje central de El niño de la bicicleta y uno de los temas preferidos por los Dardenne y este es un ejemplo más de su excelencia a la hora de crear personajes, historias drámaticas y un cuerpo fílmico imposible de discutir que deja al espectador en vilo, no sólo por lo que sucede en la película sino porque abandona la sala pensando en el futuro de Cyril. A unos les dejará tranquilos y con buen sabor de boca, otros se quedarán con mal cuerpo pero todos ellos pensarán en qué será a partir de ahora de su vida. Y ahí está el mérito de estos realizadores, que se meten de lleno en el cine social de denuncia sin hablar de buenos y malos, sin victimizar a nadie y además logrando que el espectador pueda extrapolar la situación del protagonista a la realidad y preguntándose qué será de la infancia que vive en estos días convulsos. ¿Estamos educando bien a nuestros hijos? Con lo que su cine "social" no sólo es de denuncia sino que además es reflexivo. Y conseguir que el espectador salga del cine pensando en algo más que en la historia contada y se replantee sus valores es un logro que muy pocos directores de cine social consiguen.
No se trata de compadecer de estos infantes y adolescentes, de sentir pena o lástima por ellos, los realizadores sólo intentan retratar lo que sucede en la vida real sin los maniqueismos propios y tópicos del cine social y siempre sin ningún tipo de adornos.
Esta vez, en El niño de la bicicleta sí han puesto uno: la música pero no para dramatizar la acción sino para marcar los momentos que son decisivos, los pequeños puntos de inflexión que pueden hacer cambiar (o no) la vida del protagonista, el pequeño Cyril, un niño de 12 años que es abandonado por su padre en un internado. El niño se empeña en ir en búsqueda de su progenitor que lamentablemente no quiere saber nada de él. Por el camino se encuentra con Samantha quien decide ser su madre de acogida. Una vez juntos ambos descubrirán que no todo es tan fácil como se lo imaginaban. El chico no quiere aceptar la benevolencia de Sam y se meterá en problemas. Vamos lo que puede parecer una típica historia de telefilm, pero con el estilo trabajado y elaborado de los directores belgas, con redención final.
¿Sí? ¿Redención? Se ha acusado muchas veces a Jean-Pierre y Luc Dardenne de hacer films moralistas pero se debería matizar que El niño de la bicicleta, como el resto de sus películas, no pretende moralizar al espectador , sino que les obliga a repensar sus conceptos morales a través de las distintas conductas dudosas de cada uno de los personajes que aparecen en su último trabajo. El trabajo con los actores y la profundidad de sus personajes, llenos de aristas obliga al público a ponerse en la piel de cada uno de los protagonistas y así replantearse su propia moral.
En el film aparece la moral cristiana, la amoralidad y las morales dudosas y los directores parecen no posicionarse. No creo que quieran aplaudir y ejemplarizar con la moral sumamente naif de Samantha porque aunque podría ser la actitud perfecta llega a irritar en algunos momentos al espectador porque es exageradamente buena lo que puede generar cierto rechazo y sucede lo mismo con la conducta del pequeño que puede parecer incluso normal.

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