Forma y fondo. Cine y vida

En las películas, como en la vida real, hay una diferencia entre lo que se dice o vive y cómo es explicado o vivido. No es nada nuevo, Góngora y Quevedo lo pusieron de manifiesto allí por el siglo XVI. Uno elige con que quedarse en función de su realidad y como es vivida en cada momento.

Estos días, en el London Film Festival uno se enfrenta a estas cuestiones al ponerse frente a la pantalla para ver las diferentes propuestas.

Por un lado, está, por ejemplo, Deraun narayeseo (In another country), film del director sur-coreano Hong Sang-soo que, con su particular humor, narra las posibles historias que pueden llegar a suceder a una persona cuando se encuentra en un país extrangero. Isabelle Huppert encarna ese foráneo en una pequeña poblacion de Corea. Allí le suceden una serie de aventuras o posibles aventuras propias de aquellos que, como bien dice Sofia Coppola, se encuentran Lost in translation. Los problemas de comunicación y malentendidos dan lugar a escenas realmente cómicas e increíbles que derivan en posibles historias de amor que solo suceden, como pasaba en el film de Coppola citado, cuando uno esta alejado de su realidad y de su mundo.

El cineasta se gana el favor del público con la forma en que narra estas situaciones. Las escenas están rodadas con una naturalidad que parecen espontáneas y tan reales que el espectador disfruta de lleno. No hay manierismos como los de Góngora, no hay imposiciones de estilo más que la forma natural de rodar.

Siguiendo la estela de la forma y el contenido también se ha podido ver Lemale et ha'chalal (Fill the void), de la realizadora israelí Rama Burshtein. Sin duda, esta película llega al espectador, especialmente, por lo que cuenta: la historia de unos jóvenes judíos que por presión religiosa y familiar son empujados a casarse. Algo  que, como bien cuenta la directora, sucede a diario. Se trata de una vivencia conflictiva para quienes lo viven ya que se ven enfrentados a ellos mismos y sus sentimientos religiosos. Un film, en definitiva, necesario. Por un lado porque la historia es narrada sin una exageración ni manipulación sentimental del espectador como suele verse menudo en pantalla en este tipo de relatos (claro que es normal cuando la directora sigue siendo respetuosa con sus creencias). Por otro lado, por su acercamiento a los sentimientos de los personajes a los que la cámara cada vez se acerca más, llegando incluso a la asfixia (soportable para el espectador), a medida que ellos mismos sienten de este modo todo lo que les sucede. Y en último lugar, obviamente por su contenido, digno y necesario de ser contado.

Son pocos los que, pasados esos conflictos vividos por Góngora y Quevedo, han logrado aunar con equilibrio y éxito la forma y el fondo, al igual que muchos cineastas, pero los que lo han logrado o lo logran son merecidamente recordados y reconocidos por semejante logro. Y aquí es donde se sitúa precisamente, No, el último trabajo de Pablo Larraín, que ha llegado a un estado de depuración sobresaliente en lo que a esta cuestión se refiere y que, además, puede conseguirlo llegando a un gran público (porque, no nos engañemos, aquellos que se preocupan por la forma, como pasaba ya en el siglo XVI, tienen una recepción más limitada).


Prosiguiendo con No, destaca, primero, como suele pasar a menudo, por su contenido El film narra la historia de René Saavedra (interpretado por un Gael García Bernal sin acento mexicano), publicista chileno de padre exiliado durante la dictadura de Pinochet que un día, pese a su poca implicación política en su vida corriente, se encuentra, casi por la deriva de los acontecimientos que le rodean, llevando la campaña publicitaria a favor del "no" en el referéndum de 1988 en el que se decidía sobre la continuación del régimen.

Así, ya se puede.decir, que el contenido es interesante por lo que tiene de revisión histórica y porque además se ve de una manera más que realista, cómo la propaganda electoral y, en ocasiones la política en sí misma, no es otra cosa que vender una "ideología" como si fuera un producto. Tal vez muchos no quieran creer que es así, pero es una realidad desde hace más de medio siglo.

Pero si ya entramos a analizar la forma del contenido, No sigue su excelente calidad. De acuerdo, no es revolucionario mezclar documental y ficción, hace ya años que se hace, pero aquí es necesario para que el espectador en ningún momento olvide que, por muy extraño que parezca, estos mensajes enviados por los opositores y el régimen fueron reales. Y había gente que incluso creía en los emitidos por el dictador. Cabe apuntarlo porque algunos espectadores llegan a pensar que estos forman parte de la ficcionalización pero no es así. No solo pueden confundirse por el punto anticuado que ofrecen sino porque estan perfectamente integrados en la técnica usada por Larraín a la hora de filmar su película. 

Sin ser este quien escribe o el espectador un experto en formatos, es fácil percibir que el cineasta ha optado por el "modo video", digamos, para narrar su historia. Una historia de un país, Chile, y de unas vidas que en la época se registraban en ese formato, por lo que no es baladí su uso. Al estar grabado en video, por extraño que parezca al principio, el espectador tiene mucho más facil sumergirse en la historia y vivirla de cerca e incluso desde dentro. Nunca un film del siglo XXI encuentra tan justificable el uso de este formato pues.

Por estas y otras razones, como la ausencia de sentimentalismo alguno incluso presentando una familia destruida por el régimen de Pinochet y la situación social, No llega al alma del espectador y vuelve a despetar aquel sentimiento político que todo ser humano lleva dentro y que a veces es olvidado.

Góngora y Quevedo, Sang-soo y Larraín, forma y fondo. Arte, cine y vida, en definitiva, se dan de la mano y animan a este y otros espectadores a seguir disfrutando del London Film Festival y muchos otros títulos para seguir viviendo, gozando y pensando en este mundo.


Trailers:


Deraun narayeseo (In another country)



Lemale et ha'chalal (Fill the void)



No







Comentarios

Entradas populares de este blog

'The brutalist', una impresionante película a nivel visual que desbarranca

'La habitación de al lado': tras el rastro de Almodóvar

La 'Parthenope' de Sorrentino: una magia (im)perfecta y única