Mirar a las estrellas para ver la realidad
Como abarcar una película que abarca temas universales e incluso el universo en sí. Se ha difícil abarcar todos los contenidos de un film como Nostalgia de la luz, el último trabajo del realizador chileno Patricio Guzmán. Especialmente cuando abarca astrología, arqueología, política e historia.
Y es ahí, en ese momento (y en muchos otros), donde el espectador le ve sentido a este nexo curioso del film. Cerca de este observatorio, en el mismo desierto de Atacama han habido excavaciones arqueológicas. No sólo para estudiar la composición de este enorme y sublime paisaje, sino para encontrar las huellas del pasado. No sólo su composición natural, sino restos de huesos humanos, tanto de indígenas de la etapa prehistórica, como de personas mucho más cercanas, los muertos en las campos de concentración y víctimas políticas de la dictadura de Pinochet. Porque aún ahora, muchas mujeres que perdieron a sus hijos se pasean diariamente para encontrar restos (o incluso el cuerpo entero) de sus fallecidos.
En España tocar la memoria histórica es tabú y los reportajes que se han hecho, pese a ser de lo más necesarios (porque nunca se debe olvidar lo sucedido y los cuerpos que aún quedan por recuperar), resultan un cúmulo de exposiciones frente a la cámara de testimonios. Son reportajes funcionales.
El director inicia este film-diario personal hablando sobre el desierto de Atacama, uno de los más grandes y secos de todo el mundo. Allí se encuentran dos cosas: la primera uno de los observatorios astronómicos más importantes, y la más importante restos de la memoria de un país. ¿Qué tendrá que ver? -se preguntarán muchos. Todo. Y más tras ver el documental.
Como bien explican los astrónomos que trabajan en Atacama mirar las estrellas es mirar al pasado, porque lo que se ve desde aquí es lo que ha pasado hace mucho tiempo (años-luz) en el universo. Los estudiosos intentan conocer el origen de lo que sucede en el universo, la procedencia de todo, la composición del universo, de la Tierra y de las estrellas. Y de momento pueden afirmar una cosa, las estrellas están compuestas por calcio. El mismo calcio que contienen los huesos del ser humano. Huesos que se encuentran en el desierto de Atacama.

Sin exagerar en dramatismo, con un didactismo ejemplar, con un guión excelentemente tramado, como el mejor de los diarios fílmicos grabados Guzmán no olvida el presente como no lo hacen los protagonistas de su película. Sus testimonios grabados a base de entrevistas frente a la cámara, típico de los reportajes, se entremezclan con sus reflexiones y las de sus muy distintos portavoces que contienen verdad y encajan perfectamente en este ensayo fílmico-filosófico-antropológico.
Porque mientras los astrónomos se hacen mil preguntas sobre el universo, el realizador chileno, igual que muchos chilenos, se plantea muchas de las cuestiones que Chile y los chilenos aún ha de (y quiere) resolver.

Guzmán también los presenta pero ofrece un toque poético. Algunos pueden pensar ¿las cosas son como son porque añadirle lirismo al asunto? ¿Porqué? Porque el dolor es grande. Porque las preguntas son muchas y porque algunos de los testigos de este film ofrecen algunas reflexiones que pueden ayudar a muchos de los que siguen y siguen y siguen sin cesar buscando a sus hijos, buscando parte de la historia de un país. Porque queremos luz en el presente, y éste tiene un pasado que le precede, como todo, incluso el universo. Porque existe y porque es necesario sentir (y ver) Nostalgia de la luz.
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