Hara-kiri: un remake de samurais muy actual

Desde que se pudiera a rodar que no ha parado. Takashi Miike, ese director que es capaz de rodar más de tres films al año, llega a las pantallas españolas con Hara-kiri, un remake. La esperanza del espectador fiel a Miike puede pensar que no será uno al uso. Pero está muy confundido.

Nada de estrategias narrativas, humor, referencias populares. Hara-kiri, es lo que ha sido siempre, una historia que versa en torno al mundo de los samurais. El cineasta japonés ya ha retratado este mundo en decenas de ocasiones, unas dándole un toque western, otras con un toque cercano al gore, otra al blcokbuster norteamericano. Nada de eso encontramos aquí.El director debería pensar que esta historia es perfecta tal y como fue contada, de hecho, si lo miramos bien el guión podría haber salido de la cabeza del propio Miike. Así que el espectador no debe pensar que es simplemente otra película ambientada en la época de los samurais porque va más allá.

Una narración casi en flashback, el honor perdido,... la única diferencia es que mientras los personajes de sus películas huyen de ese concepto y el director parece restarle importancia, aquí no. El honor de  una persona cualquiera está por encima de todo. Ni hay ni un rastro de burla hacia éste. Todo trasnmitido desde un fuerte realismo que uno olvida que se trata de una película de época. el respeto por la historia narrada es total y no se contradice con la intención desmitificadora del código de los samurais  propio de Miike y que aquí sigue inamovible.

Pero es que además, parece que Miike ha pensado muy bien que película escoger para hacer una nueva versión. Visto desde la situación actual mundial en que todos hacemos mil esfuerzos para salir adelante, la historia de Hanshiro para salvar a su familia no nos parece tan lejana, por mucho que suceda en el Japón del siglo XVII. Igual los modos son exagerados, nadie aquí sacrifica su vida literalmente, pero son muchas las personas que se estan a exponiendo a duros trabajos y duras condiciones para alimentar a sus hijos.

La novedad que ofrece el cineasta japonés en esta versión es el 3D, decisión que resulta algo absurda porque la historia no lo requiere, sí, le da una gran profundidad de campo, aunque no lo necesita. Ya se sabe que a Miike le gusta salirse de lo normal, que se espera de él. 

Muchos que han visto la versión anterior, Seppuku de  Masaki Kobayashi, dicen que el cineasta japonés ha restado fuerza al film con su empeño realista y profundidad 3D, con esa, rara elección en Miike, de reducir la carga violenta del film original y de sus propias películas... Pero de todos modos, para quienes no hayan visto la versión original, sea en 3D o en 2D, la película, pese a ser de las más conservadoras, narrativa y estéticamente hablando, de Takashi Miike merece la pena. Hace pensar en los tiempos actuales de cualquier ciudad que no sea Japón y tiene una calidad que sólo este cineasta puede lograr realizar en tan poco tiempo. ¿Que no es la radicalidad que se espera del cineasta japonés? ¿Pero quien dice que este buen director que ha abarcado tantos films haya de quedarse sólo con un estilo de rodar películas? A veces, cuando el mensaje es lo que importa, la radicalidad puede resultar sobrante.





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