Tiempo, significado, memoria… Loreak

Loreak, dirigida por José María Goenaga,
asume el riesgo. El eje central del film es su propio título, las flores. Desde
el inicio y hasta al final y presentes durante toda la trama.
Ya desde el inicio vemos la típica
imagen. Una mujer poniendo flores en una tumba. Nada nuevo bajo el sol. Y de
allí pasamos a los tres bloques de la película, centrados en tres distintos
personajes. La primera es Ane, quien, de repente, un día recibe flores sin
remite alguno. No hay nota. Y cada semana es la misma historia. No es su marido
y desconoce quien puede ser. Pero le da igual. Cambia su vida. Hasta que deja
de recibirlas, y se produce otro cambio. Su vida dejará de ser la misma. Tras
ella, viene la historia de Tere, madre de un obrero que no entiende como su
hijo no sigue la tradición de dejar flores a sus muertos. Finalmente está la
mujer de éste, Lourdes, a la que un día la mera presencia de unas flores la
desquicia.

Y ¿las flores rigen sus vidas? No, lo
hace el significado que se les atribuye. Para Ane son una señal de afecto, para
su marido, una afrenta. Para Tere esa misma muestra se la ofrece al pasado, a
los que la han llevado donde está. Para Lourdes, al principio, algo inútil y
prescindible, luego un detonador.
Pero la trama avanza con sus personajes y
el significado e importancia de las flores puede variar. ¿El tiempo lo cura o
lo cambia todo? Puede, pero hay algo claro, el tiempo, como un film es
pasajero. Como las historias de Loreak, el retrato de unos personajes en un
tiempo delimitado, en el que viven experiencias que los van a cambiar de alguna
manera o de otra, modificando su manera de ver las cosas, sus pensamientos, su
memoria…
La memoria, tan importante para Ane, Tere
y Lourdes. La memoria, esa capacidad
cerebral para recopilar tiempo y vivencias a las que le dan tan dispares
significados. La memoria, selectiva, débil, fulminante.
Memoria, tiempo, significado… Tres
elementos que se filtran por las escenas, personajes y diálogos con
naturalidad, en lugares comunes: hogares, puestos de trabajo. No hay
pretenciosidad, no hay afección, sólo historias verosímiles, quien sabe si
reales. Goenaga, de manera íntima, reposada pero sin manierismos ni silencios
pretenciosos del cine de autor, logra generar un discurso que se nutre de la
situación española actual. ¿Cine social hablando de flores? ¿Historias comunes
con flores alrededor? ¿Memoria, tiempo, significado o flores? Tal vez, flores.
Trailer:
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