Reflexiones (y resonancias) a partir de una imagen (I)
Ante la imágenes de los cientos -seguramente miles- de refugiados corriendo, saltando las fronteras de Europa huyendo de sus países en conflicto, ante la imagen del niño hallado muerto en las orillas de Turquía me ha resonado una imagen puramente estética y bella: la de un Antoine Doinel niño huyendo en Les 400 coups.
Una resonancia poética ante una imagen tan aterradora como real. La imagen creada por Truffaut es mucho más bella que la situación que viven millones de personas en el mundo que, oprimidos por un sistema que les es ajeno, quieren huir. Y para ello anteponen sus cuerpos.
¿Qué les da fuerzas? ¿Adónde van? ¿Qué creen que les espera? Tristemente esas personas no saben ciertamente donde van, ni mucho menos saben qué van a encontrar. Escapan de sus países hacía los de Occidente que los responsables de haberlos llevado hasta aquí. Esos países desarrollados que poseen y venden una vida mejor, a causa de expoliársela, de robársela, a otros. Pero todos estos migrantes, ¿lo saben? ¿Lo sabe el mundo? Parece que no.
Y ante esa impotencia, estos migrantes "fugitivos" desposeidos de toda esperanza se ven solos con sus cuerpo. Y corren. Corren como lo hacía Antoine Doinel huyendo del sistema. Ellos huyen de una situación insostenible, que no han causado ellos.
Y mientras tanto los mandatarios de Europa proponen parches y tiritas para tapar la herida sabiendo que son los máximos responsables. Pero no de poco sirve ocultar el daño y menos, cuando nadie en Occidente está dispuesto a cambiar su vida, a cambiar ni un privilegio, nada para ayudar y salvar a la humanidad.
Pero, ¿alguien la puede salvar cuando nadie está dispuesto a cambiar completamente sus vidas? Así que ante la desesperación por querer hacer algo sin querer despojarse de nada (al contrario de los que migrantes) en Occidente seguimos corriendo hacia adelante con nuestras vidas privilegiadas a costa de otros. Sin asumir responsabilidades. Viendo como otros en peores situaciones que nosotros corren con sus cuerpos por delante.
Esas personas corren, sin saberlo, del hombre occidental y, a su vez, hacia él. No van a atacarlo, ni a destruirlo. Y a su vez le están dando un ejemplo a Occidente de lo que debe hacer: correr con ellos, lejos de este sistema que le ha llevado hasta aquí. Todos deberíamos correr lejos de esta situación, de este sistema.
Pero es muy fácil decirlo desde aquí. Ellos en su huída mueren, nosotros, en caso de hacerlo, no.
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