Entre el humor negro y la provocación emocional

Con grandes dosis de humor negro y un Ricardo Darín en su perfecto papel de encantador 'man next door', Cesc Gay construye una película nada tendenciosa pero que juega en el límite de las emociones del espectador.
Truman es solo el nombre del perro de Julián, personaje que interpreta Darín, pero éste solo es uno de los personajes que espetan un golpe emotivo y humorístico de la película. La película únicamente se centra en los cuatro días en que Tomás (Javier Cámara) visita a Julián. Las situaciones cada vez son más chocantes y Cámara intenta ser el contrapunto, aunque no para de poner la misma cara de sorpresa e impotencia simultánea, que uno no sabe si es por exigencia del guión o porqué se encuentra absorvido por la personalidad del personaje de su partenaire.

Pero para que el espectador no se sienta incomodado, Cesc Gay ha situado unos personajes satélites de Julián junto con Tomás que parecen pequeños retratos emocionales y modos de reacción de los espectadores ante la historia que ven en pantalla. Y así de paso, el director evita posicionarse. Esto, sin embargo, genera la sensación de que los personajes secundarios, incluso Tomás, están creados para manipular al público y sentir una mayor afección por la situación del protagonista.
Pese a todo, no se puede negar que, por fin Cesc Gay se arriesga. No tanto en su propuesta formal, pero si cambiando a un plano más serio y reflexivo. Truman es un film con mucho ritmo y sentido del humor (negro) que nunca decae y, además, puede hacer sentir incómodo al espectador y a su vez tocarle el corazón. Por lo que el film logra su cometido (discutible o no).
(Más críticas del Festival de San Sebastián en www.lacriticanyc.com)
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