'En el sótano': lo que las luces esconden
Lo de Seidl es de otro nivel, incluidos los documentales. Primero, uno se pregunta si realmente lo son, para después quedar en unos mundos que no se pueden creer de lo bizarros que son. ¿Tal vez por eso de que la realidad supera la ficción? Claro que, qué más da si uno siente que todo esto, por extraño y perverso que sea, puede ser real. Hay un atisbo de posibilidad que así sea. Quizás porque ya sabemos que el ser humano es capaz de todo. Y Seidl hace un cine que lo demuestra.
Por los sótanos que filma el cineasta austríaco vemos pasar a un cazador obsesionado por las cabezas de los animales a los que da muerte y tiene colgados en las paredes de su casa. No falta un supuesto señor adorable que toca instrumentos por su sótano, donde se reúne también con una banda. Una banda nazi nostálgica de esa Austria. Eso sin contar con el que se ha montado un espacio para la práctica de tiro en el que se reúnen unos xenófobos a mejorar su puntería con sus armas.
También bajo estas casas no faltan los de las filias extrañas, como una sado que tiene un esclavo de todo tipo, al que le hace pasear desnudo por la casa y limpiar todo con la lengua. Todo. O ese pequeño hombre putero que presume de dar placer a las mujeres. O la mujer que va con él para ser golpeada y violentada por el puro placer masoquista.Las situaciones son tan bizarras que cuando la cámara de Seidl muestra a los jóvenes porretas y vagos, a la señora que guarda muñecos para cuidarlos como si fueran bebés de verdad, pero dejados en el sótano o los que tienen allí una barra de bar y máquinas recreativas, nos parecen gente muy digna.
Seidl no dice nada sobre ellos. Los muestra y les deja hablar. Todo en un entorno completamente austero, con una planificación tan certera, tan nítida y cuidada que parecen planos de Wes Anderson. Eso sí, de una complejidad extrema. Pero preciosamente ahí radica la gracia, el atractivo y la fuerza de En el sótano: ver todas estas prácticas en un entorno tan cuidado, pulcro y bien cuidado y filmado como este, no hace otra cosa que subrayar su bizarrez. La cámara y los planos del realizador austriaco son como el subrayador que viene a destacar lo importante, para que veamos aquello que se nos pasa por alto o que no vemos cuando hay una luz encendida en el sótano. O un país.
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