'Tabu': el conflictivo viaje a la Polinesia francesa de Murnau y Flaherty
Las aventuras que vive la pareja, huyendo de su pueblo para poder vivir su amor sin ataduras ni condenas, pierden así todo el interés a medida que avanza la trama. No así el trabajo visual de Murnau que, alejado ya del expresionismo, demuestra su dominio de la luz, incluso la natural. Sus personajes son casi seres divinos, hechos de otra pasta, cual estatuas griegas. El problema de la cinta, por eso, también es ese, la imagen idealizada de sus protagonistas, sin contar con el retrato de los pueblos originarios algo incivilizados que causó molestia a Flaherty, quien se apartó del proyecto por su voluntad de jugar con el exotismo.
Es ahí también donde el film pierde fuelle, cae la atención. La historia de la pareja que deben pasar una serie de dificultades por tener un amor prohibido. Un fatalismo que se ve casi desfasado pasados los años. Sólo lo salva puntualmente ese dardo a la supuesta civilización que se aprovecha de las capacidades físicas del protagonista para sacar partido. Eso sin contar con la trampa que le tienden. Un reflejo de las zonas más oscuras del ser humano también en medio del paraíso.
Por último, destacar ese final. Ese agónico final que mantiene en vilo al espectador que, tras haber perdido el interés por la historia desde minutos atrás, siente el cansancio, la agonía del protagonista, su fatiga y su desazón al ver cómo pierde lo que más quería. Todo por un absurdo tabú. O dos.
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