'F for Fake': breves apuntes atravesados por Deleuze
Llegar aquí durante la lectura de El cine III de Deleuze es encontrarte con una obra de un genio que pocas veces se dan. Pero más allá de la influencia del filósofo y la lectura que extrae de ella, lo cierto es que Orson Welles, además de regresar a sus inicios de La guerra de los mundos, multiplica su apuesta (Deleuze habla de potencia) hasta llevarla a un grado en que el espectador capta el truco. Pero el truco no hace falso lo que se está viendo, aunque lo sea, sino que lo hace real. Todo lo que cuenta y explica F for fake es real a pesar de su mentira. La potencia de lo falso esconde una parte de verdad, contiene una parte de verdad.
La historia es simple, aunque funciona a modo de matrioska. Welles aparece en un rodaje en el que se habla un supuesto falsificador de cuadros y no sólo cuenta con el testimonio del pintor, sino con el escritor de su biografía que habla sobre lo contado por otro personaje. No hace falta hacer mucho spoiler porque el título ya nos cuenta todo. Pero es que precisamente Welles demuestra así que una película es buena, al margen de saber todo sobre ella. Uno ya puede deducir hacia dónde va el cineasta, pero su entrega, su pasión, su voluntad por contarlo y engañarnos es tal que el espectador entra de lleno. Sigue y sigue mirando, atento para ver hasta donde va a llegar con esto.
Por tanto, Welles no sólo hace una de sus mejores películas a la vez que vuelve a sus orígenes, sino que ofrece una gran película en la que reflexiona sobre el cine y su potencia. O como diría Deleuze, sobre la potencia de lo falso. Una prueba más de su genialidad y de lo lejos que puede llegar el cine.
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