Festival de Cannes:" Uchenik (The student)" de Kirill Serebrennikov

"La adolescencia es una enfermedad mental transitoria". Así se condensa el mensaje de Uchenik (The Student), un film ruso del director Kirill Serebrennikov. Y si solo se dice esto uno piensa dos cosas: otra película de adolescentes rebeldes sin causa y que tal vez es un poco exagerado.

Ninguna de las dos opciones es incorrecta. Lo interesante radica en cómo el realizador aborda al adolescente protagonista. Venya es un jóven de aparentemente como cualquier otro que un día se niega a hacer natación en la escuela. Su madre, en una gran bronca, le pregunta si es porque tiene erecciones y tras ser rechazada la respuesta le espeta que se deje de tanta tontería y, al menos, se busque una excusa sólida.

Y lo hace hasta el extremo, como buen adolescente. Venya empieza a memorizar los pasajes de la Biblia que más le interesan para iniciar una rebelión en las aulas. Todas las materias están explicadas desde la ciencia y la laicidad y él se revuelve contra ello desde el extremismo religioso, tomando como víctima principal la profesora de ciencias. Y a un discípulo en su haber, el estudiante marginado (todo un tópico).

Kirill Serebrennikov dirige con solvencia un film de adolescentes desde otra óptica. La de un siglo XXI dominado por los extremismos, en el que ninguna de las partes está dispuesta a escuchar a la otra, ni siquiera a los más jóvenes, a esas futuras generaciones que están pidiendo atención a gritos, ser escuchados de verdad. Y el de unos adultos incapaces de afrontar esta etapa en la vida de sus hijos, centrándose en lo que debe hacer.

Las citas de las llamadas "sagradas escrituras" son la base de todos los discursos de Venya y aparecen sus citas en pantalla cada vez que los espeta. Obviamente, Kirill Serebrennikov quiere empuja a este pararelismo con el extremismo religioso, tan presente en la sociedad por mucho que se quiera negar. Un discurso religioso contra el que la sociedad laica parece no poder hacer frente ya que queda sin una sólida contraréplica desde la sensatez y la convicción, desde los valores laicos.

Tal vez es exagerado afirmar que "la adolescencia es una enfermedad mental transitoria", pero es un hecho a abordar. Una circunstacia vital que sólo se puede combatir, como el extremismo religioso, desde una sociedad firmemente convencida de sus valores, sólida, desde el diálogo y que dando una respuesta convincente frente a ella. Sin gritos, sin violencia. De otro modo, lo que un día fue una "enfermedad transitoria" se puede convertir epidemia.

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